Andrés Ciro Martínez, de Ciudad Jardín al mundo: la historia de la última gran estrella del rock nacional | EPU (2024)

“No te sorprenda volverme a ver”. Esto decía uno de los pasacalles anónimos que aparecieron durante la madrugada del 30 de mayo en Ciudad Jardín, el barrio que vio crecer a unos adolescentes que se colgaban del tren San Martín en la estación de El Palomar y que con los años lograron convertirse en Los Piojos, una de las bandas más convocantes del rock nacional. Ese barrio que aún sigue siendo hogar para su líder, quien ya no resopla ante la pregunta repetida sobre un posible retorno y hasta se animó, hace pocos días, a agregar en su carta de presentación en redes algo que resulta todo un indicio: “Cantante de Los Piojos”.

Cuando escribió la letra de “Pacífico”, Ciro ya había tomado dimensión de todo lo que sus compañeros y él habían marcado en la gente: sus letras ya eran remeras, banderas y tatuajes; su música, la banda de sonido de miles de vidas; y hasta su nombre, el elegido de tantos fanáticos para bautizar a sus hijos, a modo de homenaje. El “Voy a llevarte en mí” fue tan real que ese vínculo no pudo quebrarse con el tiempo ni con la creación de otra banda.

Carismático y atrevido, de una creatividad teatral única, este frontman que alguna vez, mientras miraba un videoclip de los Rolling Stones, se animó a soñar en grande y asegurar que algún día ocuparía ese mismo lugar sobre un escenario, pasó de ser el pibe que leía libros de historia a uno de los cantantes más reconocidos del país, un niño que pasaba horas y horas jugando a la pelota en el campito frente a su casa y llegó a ser una de las personas favoritas del mismísimo Diego Maradona. Ese que no necesita presentarse como Andrés Ciro Martínez, porque con decir Ciro ya es suficiente.

Y en esta danza que no tiene fin

“Cuando salís al escenario, a la gente le pasa algo, no pasás desapercibido”, le dijo su padre tras ver Romeo y Julieta expulsados del paraíso, la obra en la que actuaba en la pequeña sala del Centro Cultural Rojas. Allí supo que, tras varios años de estudiar actuación, su despliegue en el escenario conmovía y ese era el as bajo su manga. Aún no imaginaba que las vueltas de la vida lo llevarían incluso hasta al Teatro Colón.

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Cuando se sumó a Los Piojos, solo aportó su desprolijo talento en la armónica; pero meses después, por votación de los demás, ya tomaría el lugar del cantante. El resto es historia: junto a Micky Rodríguez, Tavo Kupinski, Dani Buira y Piti Fernández realizó sus primeros shows en la Plaza de los Aviadores y antros del under porteño. Luego, el clásico boca en boca y los cassettes regrabados los llevarían al primer estadio Obras que, como se sabe, en los 90 significaba la coronación de toda banda.

Con el lanzamiento de Tercer Arco, su tercer disco, de 1996, el hit “Verano de 92” los convirtió en la banda más escuchada del país. No había un solo programa de radio o canal de televisión que no hiciera sonar de fondo ese nuevo candombe rioplatense mezclado con guitarras eléctricas. En el videoclip del tema, grabado en una cueva prehistórica en San Luis, Ciro mostraba dotes actorales que convertirían las actuaciones del grupo en un ritual. “En la banda, yo paré la pelota de lo rockero, eso de subir al escenario dado vuelta. La gente paga una entrada para ver algo, hay que darle lo que ellos esperan, un show”, confesó en una entrevista años después. Esa premisa la aplicó siempre, frente a 500 personas o ante un estadio repleto, sin excepción. Probablemente fue una de las claves del éxito.

Me pregunto por qué esa gente no ve

Comenzaban los 2000 y Los Piojos habían dejado de ser una banda de rock para pasar a ser un verdadero fenómeno popular que, desde adentro del género, codificaba otros como el tango, la murga, el folclore y el candombe. La crisis neoliberal de los años noventa caló tan fuerte en Ciro que lo convirtió en uno de sus narradores a través de canciones que contaban historias con las que los jóvenes se sintieron plenamente identificados. Temas como “Los Mocosos” (el día a día de los niños que aspiran poxiran frente a la estación de Retiro), “El balneario de los doctores crotos” (aquellos científicos –como su papá– y profesionales de la salud que quedaron en la ruina tras las privatizaciones) o la pegadiza y rítmica “Pistolas”, donde reflexionaba sobre la violencia descomunal del momento.

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De esta forma, los Obras y Luna Park empezaron a quedarles chicos y entonces llegaron los microestadios de fútbol; luego vinieron canchas como Atlanta y Huracán, las giras por el país, que eran cada vez más extensas, y no tardó en venir el primer River y hasta (para consumar un sueño) el estadio de Boca.

Sin más armas en la mano que un diez en la camiseta

“Quiero agradecerle a Los Piojos el hecho de la canción y de todo el afecto que me dan, porque, realmente, todos necesitamos cariño”, decía su ídolo de la infancia entre lágrimas, mientras le entregaba los últimos botines que usó en un partido profesional. Ciro tuvo el privilegio de ser muy querido por Diego Maradona, quien no solo estuvo presente en varios de sus shows sino que hasta lo invitó a tocar en el cumpleaños de quince de Dalma, en la Bombonera. “Maradó”, inmortalizada en el disco Ritual (y a la que refiere Diego en la cita de más arriba), fue una de las tantas canciones que se hicieron en honor al Diez y, según el homenajeado, de sus preferidas.

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La devoción por el fútbol es otra de las pasiones más distinguidas del artista: al frente de Los Piojos solía vestirse con camisetas como la de Crespo o Zanetti, y ha participado en distintos partidos solidarios.

El invierno largo se fue, y ya cambiaron las modas

Si hay algo que disfruta Ciro es de su público, ya que, según él, “el artista tiene que generar algo en los demás”. Sus ocurrencias en Los Piojos iban desde la interacción y repetición de palabras inentendibles hasta subir a fanáticos a bailar murga junto a él; o montar un escenario móvil en un camión por la Avenida Corrientes. Ya con Los Persas, se animó a más desde la puesta en escena, como realizar una especie de kermesse a la que llegaba en una bicicleta vestido de traje y galera, u organizar un show sinfónico nada menos que en el Teatro Colón.

Hoy, con más de 30 años de carrera, y pudiendo darse el lujo de continuar con la fórmula que le dio fama, aún apuesta a llegar a nuevos lugares del mundo, tocar con músicos desconocidos en Italia, Alemania y los Estados Unidos y reinterpretar canciones junto a otros invitados en nuevos discos o sobre las tablas, como la versión de “Pistolas” que realizó con Wos en el festival Mastai.

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Dejando que suceda, es más fácil así

“Es sentir, es buscar, es volver”, dice una de las letras de Ay, Ay, Ay, el segundo disco de Los Piojos, y es la frase que domina otro de los pasacalles que apareció en Ciudad Jardín. Si bien la banda se separó en 2009, un año antes ya se había alejado Piti Fernández, otro de los fundadores, por una “lucha de egos” según contó.

En 2011, la muerte del guitarrista Tavo Kupinski en un accidente marcó un quiebre también en la historia del grupo. Pero con el surgimiento de Los Persas, Ciro fue de a poco invitando a compartir show a todos sus ex compañeros de banda: Micky, el bajista –que ya había formado La Que Faltaba, su propia banda–; el tecladista Chucky de Ípola y el baterista Dani Buira. Pero con Piti el reencuentro se haría esperar 14 años: en 2023, para sorpresa de todos los nostálgicos presentes, Ciro presentó en el escenario de Vélez al cantante de La Franela y juntos interpretaron el clásico “Bicho de ciudad”.

Una ilusión, se necesita siempre una ilusión

“Yo no te puedo decir qué es imposible o no”, aseguró Ciro hace días nomás, tras la enésima pregunta por el regreso de la icónica banda. A diferencia de otras ocasiones, no esquivó la posibilidad. Para los fanáticos, eso ya es suficiente. Además, y si de buscar indicios se trata, abrió –como nunca antes– un concierto con la piojosa “Te diría”.

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Tras la publicación de la grabación del último show en vivo, de 2009, y la creación del perfil de Instagram del conjunto, se alcanzaron en menos de 24 horas el millón de reproducciones y más de 120 mil seguidores. También se realizó un banderazo en el Obelisco y hasta comenzaron a circular en redes posibles fechas de recitales (cinco estadios de River en diciembre, la presencia en el festival Cosquín Rock de Córdoba o en el regreso del mítico Quilmes Rock a Buenos Aires). La respuesta está en el futuro. Y en algo que dice la canción y a lo largo del tiempo fueron confirmando ellos mismos: “Todo pasa”.

Fotos: China Sanjuan @chinasanjuann

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